jueves, 27 de enero de 2011

La célula sacrificada






 LA CÉLULA SACRIFICADA

“…La quimioterapia realmente es todavía la forma más primitiva de curar una enfermedad, el cáncer;  es una forma destructiva de curar, es una forma de aniquilar cualquier célula viva desordenada que son las células cancerosas…”
Doctor Rafael Rosell, Oncólogo
De su entrevista en redes con Eduardo Punset, Junio 2008
(Agradezco la sinceridad y el valor que tienen las declaraciones del Doctor Rosell)


La vocación evolutiva de inmortalidad de la célula madre humana, voluntaria o forzada,  sobreviviendo en un medio hostil, que se inicia de manera autónoma no programada por la unidad básica de nuestro organismo, y que por el momento es de consecuencias graves para el conjunto, origina una  situación  que la medicina trata de resolver sacrificando con armas químicas no selectivas las células “rebeldes depresivas” a las que denomina células cancerosas y que con esta acción impide la duplicación de todas  las células de alta tasa de división; esta técnica difícilmente  consigue los objetivos deseados,  lo que ocasiona al mismo tiempo, grandes sufrimientos a los afectados por la insuficiencia funcional que provoca la falta de reposición de las células perdidas o dañadas y como consecuencia la represión e insuficiencia del sistema inmune.

Los efectos adversos del tratamiento (La epidemia silenciosa) unidos a los estragos de la enfermedad ponen la vida en situación de extinción. Es sorprendente que la repetición millonaria y reiterativa de esta “guerra no selectiva” todavía no ha despertado la curiosidad y la conciencia de la mayoría de los profesionales “médicos o científicos” para cambiar de manera radical el sistema –a pesar de  más de 60 años de vigencia- pese a sus  desalentadores resultados
Los sectores responsables siguen sin  iniciar investigaciones prácticas de otras técnicas, a pesar de las  reiteradas recomendaciones que desde años están reclamando Organismos competentes mundiales.

“…La nutrición está pasando al primer plano como un determinante importante de  enfermedades no transmisibles que puede ser modificada, y no cesa de crecer la evidencia científica en apoyo del criterio de que el tipo de dieta tiene una gran influencia, tanto positiva como negativa, en la salud a lo largo de la vida. Lo que es más importante, los ajustes alimentarios no sólo influyen en la salud del momento sino que pueden determinar que un individuo padezca o no enfermedades tales como cáncer, enfermedades cardiovasculares  y diabetes en etapas posteriores de la vida. Sin embargo,  estas  ideas no han llevado a modificar las políticas  y la práctica…”
Organización  Mundial de la Salud

Toda transformación o cambio genético, ya sea en extremo simple o con capacidad para modificar los programas de la célula, que aparece y se desarrolla en individuos que conviven en colectividades de formas definidas o similares, pueden ser considerados como efectos derivados de las condiciones de vida de cada organismo individual, con arreglo a su estado constitucional, su estilo de vida y su alimentación. Del mismo modo que afecta a diferentes personas, de forma indefinida y según el estado de su constitución,  ya sea por herencia de hábitos  o adquirida por influencia de factores ambientales que producen alteraciones epigenéticas que afectan a la expresión de genes que  favorecen las enfermedades.

Cambios a un estilo de vida incorrecto, así como hábitos y sustancias tóxicas y agresivas tienen la capacidad de modificar programas celulares que adquieren efectos hereditarios. Factores conductuales como hábitos alimentarios no correctos, así como otros tóxicos y nocivos: tabaco, alcohol, drogas y agentes quimioterapicos, favorecen modificaciones o mutaciones que serán transmitidos a nuestra descendencia que sufrirá predisposición condicionada de enfermedades crónicas debido a la herencia de aquellos hábitos. Por el contrario, un cambio hacia el estilo de vida correcto y adecuado a nuestra fisiología mejorará la salud de nuestros descendientes.

El cáncer como consecuencia de estilos de vida incorrectos, las desviaciones alimentarias y posteriormente la terapia anti cancerígena con sustancias tóxicas, que son intensamente agresivas con capacidad para alterar el ADN celular van a crear una predisposición o herencia en las siguientes generaciones.

Estas consideraciones, que a pesar de las evidencias no son tenidas en cuenta por las autoridades políticas y sanitarias que siguen  confiadas en las directrices de las Multinacionales que rigen y dirigen las acciones encaminadas a la lucha contra las enfermedades no transmisibles y que están conduciendo a los médicos (oncólogos) y a la Salud Pública a un callejón sin salida, por no atender a las autorizadas recomendaciones de diversos Organismos Mundiales de la Salud  que se expresan de la siguiente forma:

“…La dieta y la nutrición son muy importantes para promover y mantener la buena salud a lo largo de toda la vida. Está bien establecida su función como factores determinantes de enfermedades no transmisibles crónicas, y eso los convierte en componentes fundamentales de las actividades de prevención”.
-Si evitamos o reducimos de forma importante, el consumo de carne, productos lácteos, frituras, alimentos grasos, cereales refinados, tabaco, alcohol y otros agentes tóxicos y aumentamos el consumo de frutas frescas y ensaladas, reduciremos de manera importante el riesgo de desarrollar enfermedades no transmisibles de índice alarmante y de constante elevación de la  incidencia en la actualidad…”

La escacez de resultados positivos de las técnicas anti cancerígenos actuales, parece que todavía no son suficientes para que tenga eco en la opinión pública y así somos testigos de un interminable desfile de afectados que acuden ilusionados en la creencia que el cáncer en ellos es diferente. Allí, la información recibida insuficiente, por falta de conocimientos, -supongo- les hacen abrigar esperanzas y aquí comienza el calvario, que probablemente durará para el resto de su vida. Pero lo que es presuntamente delictivo, son las decisiones de  aquellos que por su experiencia  saben  cuál puede  ser la evolución de la enfermedad y a pesar de los pésimos resultados siguen practicando las mismas técnicas destructivas cuyas evidencias de ninguna manera  garantizaran una curación total, - nuevos crecimientos y metástasis tras más de veinte años del primer diagnóstico y tratamiento – es evidente que las terapias anticancerígenas  solo consiguen una esperanza de vida de variable duración, no exenta de grandes sufrimientos, que exigirá al paciente estar sometido a la disciplina terapéutica y al miedo psicológico de las revisiones periódicas, que “obliga” con frecuencia a recibir nuevos ciclos de tratamientos violentos y tóxicos.


Francisco Martin Acris
Diplomado Universitario
Crecimiento Celular y cáncer
Nutrición y Dietética I y II



La Linea de la Concepción, Agosto 2008